jueves, 5 de junio de 2008

El retorno a la Isla de Adarga (Capitulo Final) VII

Luego de navegar un largo tiempo, sobre la línea de mi costa se divisó tierra, era la Isla de Adarga, una vez mas llegaba a esas tierras que una vez ya me habían abrigado, hoy no sabia si en busca de aquel abrigo, porque el azote del frío ya no lo sentía calar en piel como antes, ni la soledad que me ahogaba en miseria, ya nada era igual.
La aventura desprendió el velo de mis sueños, mas sin embargo fue el velo de ello que me iluminó más que el sol, y alimentó mas que el pan.
Lentamente mi barca toco tierra, por largo rato pase aun dentro de mi barca, sin dar un paso, sin levantarme siquiera de donde estaba, aun no sabia porque regresaba, alcé mi vista sobre mis espaladas, y vi. el mar que se perdía con el cielo, todas las venturas y desventuras regresaron a mi mente, la realidad de aquellas aventuras me habían dado una opción de regresar a casa, y aquí estaba, aun dudando poner nuevamente mis pies.
Así después de tanto tiempo estaba nuevamente ahí, y finalmente abandoné mi barca, y puse mis pies en la arena, todo parecía que seguía igual en la isla, las costas, las peñas a lo lejos, y aun mi cabaña que al terminar la costa y comenzar la tierra estaba aun intacta, como que el tiempo la hubiera guardado y protegido de toda inclemencia.
Así su interior guardado como por un retrato mostraba que todo seguía en el mismo sitio, llevé mis pocas cosas que llevaba conmigo y las acomode en mi pequeña cabaña, ahí puse mi diario de navegación y las pocas reservas que aun guardaba. Después de todo ello, y con los recuerdos tan frescos de lo que había sido toda aquella travesía tome mi pluma y aun con el recuerdo de Nix y el recuerdo de aquellos deseos, hice la primera anotación en mi tierra después de aquellos viajes:

Anotación en la Isla de Adarga

(Fue mas fuerte la inclemencia, que todas mis fuerzas, cesaron mis fuerzas y se apagó mi sed, sin poder haber sido saciada.)

Porque nos vimos desnudos y mientras abría mis brazos para descubrir mi pecho, tú te cubrías con mis prendas.
Y nos hundimos ahí en un juego continuo que terminábamos y volvíamos a empezar, mientras la piel y nuestras vestimentas se rasgaban ante nuestros ojos y nuestros rostros se empapaban de un resplandor que luego cristalizaba los sueños para que nuestras manos los rozaran e hicieran polvo.

Nuestras ropas se entregaron a las cenizas que luego solo teñían de negro nuestra fortuna.
Y ese fuego se alimento de nuestras emociones y fueron brazas que ardían hasta en nuestros huesos que temblaban de soledad, y buscamos la carne para luego extraviarnos para observarnos de lejos como un distante faro.

Nos alimentamos de nuestro llanto, nuestro fracaso, y nos huimos nos fugamos sin ni siquiera tocarnos, sin removernos los malditos escombros que forraban nuestros cimientos, a morir sofocados en nuestra propia miseria que cada uno de nosotros había ganado.
Sin perdernos ni encontrarnos, sin tenernos, sin nada.
Sin la sonrisa ni el llanto, solo ahí estampados como retratos inertes, como rocas en medio de la nada...

Y entonces en el fondo sentí que mi corazón ya no latía, mis manos estaban frías, y mi pensamiento apenas exprimía los recuerdos, algo de mi no había llegado conmigo a la isla, algo había quedado abandonado en algún lugar del océano, en alguna isla, o esparcido en toda la travesía.
Eran vano evocar los recuerdos pues no lograban saltar alguna emoción, como hojas marchitas que lleva el viento, el olvido comenzó a llevarse mis emociones, que cada vez sentía menos, hasta que sentí que el árbol derrochaba melancolía y que la roca era aun más sensible que mi cuerpo, los inviernos eran mas cálidos que mi piel, porque aun yo me abrigaba de ellos.
Clamé por mis sentimientos que vinieran a levantarme, clamé por ellos que encendieran la hoguera que congelada estaba en mi pecho, los clamé pero no llegaron y entonces, desee amarla nuevamente, desee que mi corazón sangrara por ella, que mis ojos la lloraran, y mis plegarias la pidieran. Busqué alimentarme de algún recuerdo, de alguna esencia que el viento llevara a mi isla, buscaba en la noche alguna constelación de las que había formado la trajeran a mi pecho, pero ya todo estaba ausente, todo ido, la noche ya no me mostró mas constelaciones de donde formar su rostro, escribir su nombre.
Todo se había desvanecido, por primera vez sentí a mi cuerpo vacío, caminaba sin saber, miraba sin ver nada, nada parecía tener un significado. El sonido parecía monótono, que una y otra vez volvía a repetirse. Un silbido tenue y continuo saturaban mis oídos, los matices y otros cantos se envolvían en aquel sonido y perecían en el para llegar muertos a mis oídos.
Las razones no pesaban, y caminaba ya sin estar anclado a nada, la libertad se convirtió en mi prisión entonces y mi victoria no sabia a nada…
Ahí como victoria, había logrado reinar sobre los cadáveres de mis sentimientos, habían escapado de la travesía solo para sentirme un muerto en mi isla. Tuve mi propio mandato, carentes de súbditos.
Después de todo había naufragado en mi propia isla, había naufragado en mi propio cuerpo, mi corazón se había ahogado en mi propio pecho…
Fue proteger a la rosa del sol y enviarla a las penumbras…
Fue proteger mi barca del mar, y enviarla al desierto…

Aquí se encuentra nuevamente el camino, un nuevo inicio me espera, y por ahora reposa en el mañana, esperando despertar como el sol despierta las flores.
Un nuevo viaje se aproximará, y mi barca quizás nunca será lo suficientemente fuerte para domar los mares, en cada nuevo inicio fortaleceré mi barca he irrumpiré en aguas desconocidas, que me deparen nuevas aventuras, nuevos sueños, y me llenen de sed de deseos, de despertar nuevamente a este inerte corazón que se ha consumido en mi pecho, de ver nuevamente sangre de mis heridas, y luz en mis ojos.
Ya el sol se oculta en el mar ha caído el día y se levanta la noche…

- Así terminaba la penúltima hoja de todas las anotaciones y narración de aquella travesía, parecía haber terminado así toda su historia, y haber pasado largo tiempos sin escribir nada, todas aquellas hojas con su aspecto podían contar cuanto tiempo llevaban en el olvido, unas mas que otras, la ultima hoja parecía estar en mucho mejor condiciones, y daba explicación de lo que había sucedido con aquel navegante y la razón por la cual no se encontraba en la isla.

Anotación de la última hoja

- Mis palabras que ahora caen, trae un recuerdo de un pasado, hoy cantan otra melodía, entonan otro canto en un mismo compás, porque de aquí no pensé retomar el mar, pasé días pensando si demoler mi barca pero las lejanas esperanzas que hicieran arder aquella extinta llama, me dejaban con los deseos encontrados de hacerlo y con los ánimos de esperar…
- Hace tiempo que por mi isla paso doncella alguna, que tomo tiempo de observar lo que revelaba mi isla, al observar de lejos no pude distinguir mas que por un navegante, los ánimos de salir a encuentro de la persona no habían sido fuertes, pero movieron un poco la curiosidad de hacerlo, y salí a aquel encuentro sin mucho que esperar, y así me aproximé hacia donde se encontraba tal persona, y pude distinguir que se trataba de una doncella. Mis ojos se empaparon por un momento de su rostro, realmente encantador, cabello oscuro, y una bella sonrisa, nos observamos por un largo momento antes de decirnos palabra alguna.
Mis pensamientos entonces se revolvieron después de mucho tiempo, había pasado tiempo desde que me había encerrado en mi isla, tiempo en que no hablaba con alguien, y entonces entre nosotros la armonía se torno cada vez mas palpable, parecía que nos mecíamos en un péndulo invisible que oscilaba suavemente de un extremo otro.
Llegamos a mis costas y la conocí como quien lleva la alegría, la conocí como Beatriz. Así corrió el tiempo y corrimos con él, en coloquios que iniciaban con la partida del sol y perduraban hasta el amanecer, su suave vos, en perfectas notas acariciaban mis oídos, y ahí una y otra vez la oía, si eran las mismas palabras, si la misma historia, no importaba, estaban una vez mas mis oídos atentos, como quien escuchase su mas bella música.
Era su vos la melodía.
Cada vez unimos más nuestros pensamientos, yo en los de ella y ella en los míos, y saltaron ahí el mar de sueños, porque luego la miraba a ella, tomándola de sus pequeñas manos. Hasta que en una noche, el cielo celebró con nuestro encanto, el sol bajo rápidamente para dejarnos adornados con estrellas, y ya como un momento esperado sucumbimos al deseo y escapamos de la espera, besé su suaves labios que apenas lograba sentir mientras ella en puntas de pies alcanzaba los míos, después de ido pareció no existir tal momento en cada espacio en el que pasamos esa noche, ella en un lado de la isla yo en mi cabaña, ambos sé que recordándonos.
Salte con mi alma a quererla, así saltó ella corresponderme, porque los días aquel encanto que se habían perdido en aquellos sueños, aquellos colores que en alto se mostraron, ya habían llegado a mi mundo, ya habían llegado a mi isla, y pintamos así nuestros cuadros yo pintaba en el de ella y ella en el mío, ahí quedamos unidos, como dos notas perdidas que se encuentran y hacen armonía… Ahí quedamos nosotros.
Yo soñando con ella, ella conmigo, dibujando sonrisas en nuestros rostros mientras dormíamos, gritándonos amor, gritándonos el amor, aun sin escucharnos las palabras.
El tiempo ha pasado y ahora partiremos juntos al horizonte, buscando un destino que lleve nuestras almas. Mi pasado lo dejo marcado en estas hojas que el tiempo las acabara, como el pasado traga los recuerdos y llama nuestro futuro, nuestro futuro lleno de sueños y esperanzas, dejaré esta historia en esta pequeña isla que dejo como tumba de aquella travesía, hoy regreso nuevamente al mar, hoy con ella mi corazón late nuevamente, pero ya no se desangra.

Ya las estrellas se están ocultando ha estas horas, el sol las ha empezado a borrar. Ella ya me espera en la costa para marcharnos. Mi corazón esta latiendo fuertemente, aun no se a donde nos llevará el mar, a donde nuestro rumbo, por primera vez ya no siento miedo de dejar esta isla, por primera vez ya no me asusta un pasado…
Ella me esta llamando tenemos que marcharnos. Son estas las primeras letras de un nuevo rumbo, y las ultimas de mi pasado…

- Esa fue la ultima hoja que estaba sobre el diario de navegación, aquella historia, luego de esas anotaciones, solo quise que el mar me respondiera y me hablara de lo que le había deparado aquel navegante, pase días en aquella isla esperando que alguien cruzara cercanamente o llegara una vez mas aquel navegante, del que lo único que conocía de el eran sus notas su nombre estaba hundido en aquella firma que no decía mucho, y que no alcancé a descifrar hasta el día de hoy. No hubo otros nombres en aquella crónica, nombre en su diario, nada que pudiera haberme dicho quien era.
Busqué algunas otras anotaciones y solo encontré notas abandonadas notas perdidas por un lado, algunos poemas que no hablaban mas de su sentimiento…

Hoy me toca partir, continuar mi rumbo, así como este navegante que aquí a dejando marcado su pasado en estas notas, aun vago a veces sin rumbo, a veces sin estrella que me guíe. Ahí vago, con mi esperanza atenta a que una luz la llame.
Dejaré estas notas en este sitió donde nació y murió esta historia, retomo el mar, llevo el recuerdo de una historia de alguien que había muerto, y encontró otra luz. Pienso que los colores de nuestro mundo cambian, de acuerdo con quien lo compartimos, las personas son como lentes de colores, que cada uno te hace ver el mundo de otros matices. Y quien escoge ver su color preferido.
Hoy a mi me toca abandonar esta isla y retornar a mi tierra no muy lejanas de estas costas, he salido en busca de aventuras por breve lapsos, quizás regrese pronto a esta isla en busca de este navegante que hoy ha dejado esta isla solo con el recuerdo de su Naufragio.

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