lunes, 12 de mayo de 2008

Recuerdo de la tierra de Fuego (Crónica de un Naufragio - Fragmento) Capitulo V

Hubieron días de calmas completas, sin nada de que preocuparme y en esos lapsos mi mente vagaba a lo loco, ya sean con recuerdos o con sueños que nunca dejé ir. Jugaba a recordar aquellas viejas travesías, y así se vino de pronto un no muy lejano recuerdo, fue de mi travesía anterior antes de conocer aun la Isla de Adarga.
Aquellas tierras a las que había llegado tiempo atrás, eran tierras extensas, de las cuales no conocí limites, porque siempre mostraban mas tierras, y se perdía el mar.
Todos los que la habitaron la llamaron tierra de fuego, que tanto podría hablar de aquellas tierras, que tanto de aquellos relieves, tanto de lo que fueron misterios, pero si a conocer mucho como rugía en el fondo aquellas tierras, como temblaban y vibraban continuamente, era una tierra de fuego verdaderamente, matizada por bellos paisajes que estando en su interior, te escondían un coloso que en muchas de las noches ardía en su cráter la vista de un cíclope endemoniado.
Había tantos en aquellas tierras y mas sin embargo todos éramos conocidos, que cada rostro nos era familiar, así mismo cada nombre, cada voz.
Tendría mucho que decir de estas tierras pero solo hablaré del recuerdo de lo que fue aquella joven, de hermoso rostro, bella sonrisa. María era su nombre. Sus ojos como hicieron temblar mis suelos, mientras mordía mis palabras para no dejarlas escapar, su cabello oscuro, que en suaves curvas bajaban a sus hombros, su delicada piel trigueña, sus brillantes ojos marrones, que como lanzas de fuego atravesaban y hacían arder mis entrañas, hasta dejarme sin agua, y aun con el fuego sin haber podido sofocarlo.
Por mucho tiempo no hice mas que callar, y limitarnos en nuestros juegos, nuestras pláticas, que no pasaban de mucho, de alguna gracia, de alguna pena, saciaba mis momentos con su encanto que me brindaba su risa, su mirada, sus manos que a veces se posaban encima de mis manos y mataba las mías y quietas ahí yacían hasta que sus manos escapaban luego de un vago roce.
A escondidas muchas veces busqué su fragancia para revolcarme en esa esencia y soñar mientras la alborotaba el viento, recuerdo también la noche en que me pose en su lecho, mientras ella estaba ausente en esa noche, y abracé su almohada buscando algún vestigio, alguna esencia, algún cabello que oculto se aferrara a ella. Y derroché ahí mis lamentos de que como a veces mi corazón latía, y mis manos la pedían, que mi piel ardía cada vez que ella la tocaba, y como luego todo hacia implosión por no poder escapar por alcanzarla, por no poder romper un muro que las reprimía, las ahogaba en mi interior, y mis ojos, mi corazón, mi piel, todo se sofocaba cuando ya no la alcanzaba mas de donde en realidad estaba.
Siempre el contemplarla fue derroche de imaginación, cuando me veía tomarla, y desbordarme de sentimientos y emociones que la tomaban a gusto y antojo, mientras ella suspiraba a mis oídos, y se aferraba con sus brazos a mi cuerpo. Como construí ese amor, en sueños y al contemplarla, porque de mi mente ella nunca escapo de aquellos retratos, ella amándome yo amándola, amándonos como locos, saciando cada deseo, como el pan sacia el hambre.
Y así los días trascurrían mientras mi silencio se convertía en incertidumbre, y cada instante comenzaba a reprocharme, y en cada instante en pensar en: Que pasaría si…
Si mi amor escapaba de mi boca y llegara a sus oídos, o que si mis deseos se desbordaban y un día la tomaran por sorpresa.
Así pasaron días, y días en que a veces nos encontrábamos, y entre sus risas y las mías que a veces fluían ya fuera en un juego o en una platica, me detenía a observarla a ver sus labios encendidos, y mis brasas apagadas, ahí cuando mas cerca la tenia, muchas veces la dejé ir, sin haber y ni siquiera intentado clamarle palabra alguna, dejando todo una historia en mano del misterio que nunca conoceré, y no alcanzaré a descubrir.
Mas luego en una noche descubrí lo que en ese tiempo aguardaba a mis impulsos, mientras deambulaba por la costa, la vi a lo lejos y así lentamente me acerqué a ella, ella contemplaba el cielo, estaba sentada con sus piernas flexionadas levemente mientras las envolvía con sus brazos, el viento jugaba con su cabello, y una tenue luz de luna iluminaba sus grandes ojos, llevaba un vestido blanco que cubría hasta sus tobillos, y sus claros pies desnudos tocaban la arena, me acerque lentamente y me detuve frente a sus ojos, una leve sonrisa me hizo la invitación de acompañarla en esa noche, que fue la única que nos hospedó tan solos, tan cerca los dos, la única testigo de las palabras que cruzamos y de lo que aconteció esa noche..
Ahí estábamos los dos uno a la par del otro, como si un espejo reflejara a otro, ella seguía abrazando sus piernas, y sonriendo con el fluir de sus palabras.
Mis manos fueron las primeras traicioneras que vendían mi seguridad, ya mi mente estaba ida en mis deseos, y por un instante ya no escuchaba sus palabras, solo la observaba mientras me hablaba y sonreía, en mi mente no se que volaba, porque no recuerdo. Solo recuerdo a mi corazón latir desenfrenadamente, y en un instante cuando ya otra vez parecía que el temor le ganaría nuevamente a los deseos, mi mano voló rápidamente hacia la de ella, y sin darnos cuenta , la había tomado, mi silencio guardo todas las palabras y pensamientos, pero si mis intenciones hablaron por el silencio. El resto… Fue el morir de una estrella.
Mi rostro quiso tomar el de ella, como muchas veces había pasado en mis historias que narraba en mis sueños, pero mis labios se ahogaron en sus deseos, porque no alcanzaron su boca, y ahí caí con todo el mundo mágico, el cielo quiso caer sobre mis ojos, que reprimieron aquel deseo, su voz rompió aquel silencio, mientras clamó un par de palabras y me dijo: - Lo siento.
Fueron entonces sus palabras, que clamaron en silencio mis sentimientos, porque eran ellos los que en ese instante sangraban, en ese instante perecían en su mar de fantasía…
Y quise despertar, y verme en mi lecho, porque la noche se torno negra y tragó las estrellas que adornaban aquella admirable noche, pero ahí estaba aun ella mirándome con sus bellos ojos, aun paralizándome y ahogando cada palabra, que no pude clamar esa noche, porque me hundí en un silencio estremecedor, apenas interrumpido con aquel leve cantar de la noche, que como vano consuelo apenas rozaron mis oídos.
Así se levantó de donde estábamos en esa noche, y ella corrió, yo quedé ahí, anclado, sepultado por mis propios deseos, que ya escribían un epitafio colmado de melancolía.
Que si ella me quiso, no lo sé lo cierto fue que yo la quise cierto que su sola cercanía me hacia sentir paz, luego de esa noche, aquella cercanía la había perdido, al encontrarla había cierta indiferencia en su rostro, aunque ella tratara de ocultarla, en su mirada la guardaba, y traté de recuperar aquellas charlas que teníamos de antes, aquellos juegos con que las horas de la noche corrían y yo apenas notaba, aquellos roces de sus manos que despertaban mi piel. Aquellas miradas, aquellas sonrisas. Tiempo pasó y poco a poco el tiempo hizo olvido de aquella noche, porque volvieron aquellos juegos y hasta algunos roces, que ahora solo trataba de guardarlos, recolectarlos como quien forma un tesoro.
No volví a volar mas lejos de lo que fueron esas noches, porque nunca mas la tome de sus manos, nunca mas proclame palabra alguna que dictaran mis sentimientos, aquella noche enterré vivos mis sentimientos y deseos, en aquel lugar donde dejé tirado el arco de las flechas de mis deseos, en aquel lugar que junto a ella puse nombre de sagitario.
Y ahí vagando con los lejanos recuerdos busque en mi diario algunas anotaciones que escribí en aquel tiempo, y pasando una hoja tras otra, encontré unas cuantas anotaciones.

Anotaciones de la Tierra de Fuego

Es tu corazón un mar entrañable, donde el sol se pone al morir la tarde. Aquí, me paro tan cerca de ti, sobre un abismo en la montaña, sólo observando tus rompientes en los pies de esta montaña, soñando con caer y sumergirme en tus aguas.

Aquí, a solo un paso de caer solo te observo y sueño pues al entrar en tus aguas me embriagaré de ti y me llevarás a la orilla aunque desees llevarme a la lejanía, y yo, me quedaré aquí empapado de ti, con deseos de sumergirme nuevamente en ti, sin poder llegar contigo al horizonte.

Segunda Anotación

Haz estado en mis sueños y te puedo llamar tan mía,
te siento sin fronteras, te siento infinita,
te siento tan mía, tan propia,
que no te siento ajena,
ni extraña a nada.

Has estado en mis sueños,
y te llamo mía, te siento mía;
y puedo sentirme en ti,
no somos dos, solamente uno,
solamente amor.

Tercera anotación.


La noche vestida de gala, disfrazaba aquel momento perfecto.
¡Ah! Noche Perfecta y tiempo errado.
La noche peso mas en mi pecho que en tus ojos,

Y le entregué a ella mis sueños, mis deseos
y ahora descansan inertes, caídos como rocas ya no viven…

¡Ah si! Hoy solo les escribo epitafios,
porque su agonía tú te la haz llevado.

Cuarta anotación

Así tan inesperado,
como una estrella que se desgarra de la noche,
así partí de un sueño al despertar...

Inesperado, quizás un poco...

Pero te has marchado de mis manos una vez mas
así sin tenerte cerca, o realmente cerca,
los recuerdos batallan por escalar a mi pensamiento
Y traerte consigo, algo ciertamente vago, pero significante.
Tus manos no serán las mías, ni tu beso el mío.
Tu pensamiento siempre un misterio,
una tumba sin nombre.
Y mi angustia será la misma,
mas nunca tendrá calma,
solo resignación.

Será todo esto una historia sin personajes,
sin rumbo, una historia descarriada, que nunca tuvo quien la contara
ni nadie quien la escuchara.
Una estrella solitaria, iluminado
Inmensidad nada mas.

Seguí recordado toda aquella historia, y advertí que nunca comprendí lo que sus ojos deseaban, nunca leí claramente su mirada que nunca logró decirme nada, después de todo mis brazos cayeron en su muda lucha, hoy aun pienso en ello, aun trato de imaginar lo que había en su pensamiento, lo que existía en su corazón, nunca logré verme claramente, todo fue como un reflejo en agua cristalina. Que tenuemente me reflejaba. Todo quedo como universos ocultos, o fue el suyo el que no alcancé a descubrirlo, porque el mió, con pocas palabras, le desnudé mi universo, porque mis ojos le mostraban cada estrella cuando ella los atrapaba en su mirada, mi piel le habló mas de emociones que de las que yo hubiera podido decirle con palabras.
De alguna manera ella entendió mi lenguaje, mas yo nunca entendí el de ella, y así lentamente con el correr del tiempo Maria fue cambiando, hasta que de repente ante mis ojos, ya no la pude reconocer, traté de verla nuevamente pero mis ojos ya no le mostraban las estrellas, todas ellas, todos mis sentimientos y las emociones que nacían con ella, se habían ido con el ya lejano recuerdo de Maria.
Y de entonces esas tierras me fueron extrañas, desconocidas, no encontraba lugar donde hospedarme en la noche, y mis días fueron de deambular buscando un lugar, pasaba por los lugares que me traían aquellos recuerdos que entonces pesaban tanto, porque todo era tan diferente en ese momento…
Escudriñe la tierra busque espacios que me hospedaran, sin encontrar nada, y en una noche, vi. mi barca y vi el mar, aun el mar entonces me pareció mas conocido que aquella tierra, y tome mis cosas, recolecte mis reservas y partí sin pensar mucho de que me depararía…
Lo que el tiempo luego de ello me daría como hogar la Isla de Adarga.

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